jueves, 28 de abril de 2011

Messi marca las diferencias en un Barça muy prudente


La principal diferencia entre el Barça y el Real Madrid, al margen de estilos, se llama Lionel Messi. Ese es el temor de Mourinho, la razón por la que juega con tanta cobardía y sobreexcita a sus jugadores contra el Barcelona. La Pulga volvió a demostrar ayer que cuando más se le necesita aparece, porque el talento superior y la gracia natural lo expresa por su alta competitividad, sus ganas tremendas de ganar.

Dos goles de mucho mérito y en los que no pesó tanto la superioridad númerica, de once contra diez. El primero viene de un centro muy medido de Afellay, cada vez más integrado, que lo remata, sin más compañía blaugrana en el área, superando a cuatro defensas blancos. Su anticipación y viveza es determinante. Y luego, el segundo es uno de sus clásicos eslalon, en el que supera a tres hombres y lo marca con la derecha, su pierna, digamos, menos buena.

Y Messi desatascó un partido que el Barça controló muy bien en la primera mitad, pero no pasó de ahí. Guardiola amplió el campo, con Villa, por la derecha, y Pedro, por la izquierda, pegados a las líneas de banda, con el objetivo de abrir espacios para las llegadas de segunda línea, mientras que Messi se juntaba con Villa para buscar sus huecos. Los azulgrana no alcanzaban con clara superioridad el último tercio con tanto cazador blanco suelto y con un miedo excesivo al contragolpe madridista.

La posición de Alves, que apenas subió, era la clara manifestación de por dónde quería llevar el partido Guardiola. Atacar, sí, pero sin soltarse. Y así era muy difícil, aunque alguna ocasión se creara. La primera parte, cargada de tensión, la dominó el Barça, ciertamente, y por donde más peligro se generó fue por la banda de Marcelo, insuficientemente aprovechada hasta el primer gol de Messi, aunque Villa, también muy solo, lo intentó con cierto éxito.

No sé si por la excesiva prudencia, pero el caso es que el balón circulaba demasiado lento y no había gran movilidad entre líneas, porque los mediocampistas subían más pensando en volver que en llegar al área contraria. La cautela podía con el partido. Ya se sabe: esto es Champions y cualquier mínimo detalle puede ser decisivo. El Madrid jugaba muy atrás y apenas abría espacios. El 0-0 parecía venirles bien.

En la reanudación, Mourinho sacó algo más de pólvora. Después de fatigar a Özil en labores impropias, puso en el campo a otro jugador acelerado, Adebayor, en la búsqueda de presionar más arriba la pelota y echarle ese nervio al partido que a veces le da resultado. Fueron los primeros quince minutos de la segunda parte los momentos en que el Madrid mostraba frenesí, que no peligro, porque, entre otras cosas, el Barça recuperó la excelencia en la seguridad defensiva que le ha caracterizado toda la temporada, hasta sufrir los contratiempos de las lesiones.

La presencia de Puyol, con Mascherano y Piqué, más Alves comedido, impedían cualquier atisbo de peligro madridista. Una garantía avalada por un portero que está en grandísima forma, como Víctor Valdés.

Luego llegó la expulsión. Fue Pepe el castigado, pero igualmente se pudieron ir antes de tiempo Arbeloa, Sergio Ramos o Marcelo, que jugando, no al límite del reglamento, como se dice, sino infringiéndolo sin que lo viera el árbitro, pero sí la televisión, cumplieron sin desagrado las indicaciones del entrenador más teatrero que hay en el mundo del fútbol. La marcha del centrocampista portugués abrió los espacios al Barcelona, que parecía que no se daba cuenta de que era el momento de matar el partido y la eliminatoria. Messi sí que lo sabía y tomó la determinación de ir directo a portería a marcar diferencias.

(La fotografía es de AFP y está extraída de www.ara.cat)

domingo, 24 de abril de 2011

El pico de forma que tarda en llegar


Desde que Guardiola está al frente del Barça los preparadores físicos planifican las temporadas con el objetivo de alcanzar dos picos de forma, que normalmente suelen coincidir con los retos y partidos más comprometidos. El trabajo de Paco Seirullo y Lorenzo Buenaventura lo conoce a fondo el periodista Martí Perarnau, que en diversos artículos de prensa ha explicado los detalles de la planificación.

Entre octubre y noviembre las previsiones se cumplieron con la precisión de un reloj suizo. El Barça afrontaba partidos importantes en Liga, como los de Villarreal, Valencia, Sevilla o Madrid, así como el pase a octavos de final de Champions. En ese tiempo el juego azulgrana resultaba espectacular, había mucha velocidad de balón, precisión, presión bestial y recuperación inmediata. Era el no va más del juego. El equipo se salía del mapa, los goles llegaban a cántaros, fue época de manitas.

Pasados esos compromisos el Barça se retiró a los cuarteles de invierno y se preparó para cargar las piernas. El objetivo era seguir manteniendo el tono, porque la competición no paraba, pero con la previsión de volver a alcanzar el nuevo pico de forma en el final del ejercicio, cuando todo se decide.

Nos encontramos ahora en ese momento y las sensaciones sobre el juego del Barça no son las de noviembre, no son las de otros finales de temporada con Guardiola al frente. Sin concluir que el Barça está agotado, pues eso es mucho decir, sí se aprecia que el equipo no ha alcanzado su máximo nivel posible. Y lo peor es que tampoco se intuye que pueda lograrlo pronto.

Es lógico que estas sensaciones surjan de los últimos partidos, de la dificultad que el Barça encontró para hacer su juego frente al Madrid en dos ocasiones, sin la brillantez de que es capaz. El tono no es alto y el tramposo encuentro contra Osasuna así lo volvió a demostrar también en los suplentes. Posiblemente los contratiempos de Bojan, Abidal, Puyol, Pedro, ahora Adriano, y las bajas formas de Milito o Maxwell, por ejemplo, han trastornado la planificación y no se ha podido dosificar el tiempo de juego conveniente.

Sin conocer a fondo cuál es el estado físico del grupo, sí se ve que el Barça no tiene esa pujanza de la que hemos disfrutado, esa velocidad de ejecución al primer toque, con movilidad extraordinaria, alta presión en campo contrario y recuperación inmediata de pelota.

Es cierto que algunos hombres imprescindibles para mantener el tono físico, como Pedro, que parece volver por sus fueros, han faltado mucho tiempo, y que determinados relevos no se han adaptado todavía al juego del Barça, pero hay jugadores titulares que no están finos. Se puede decir que actualmente en forma, en forma, solo se encuentran Mascherano, Valdés y, quizá, Piqué. Los demás, incluido Messi, aún no están en su mejor versión. Veremos si ésta aparece en las semfinales de Champions contra el Madrid.

Se trata, eso sí, de sensaciones. Consultado sobre este asunto, Martí Perarnau asegura en su twitter, @matriperarnau, que el Barça ya ha alcanzado el estado de forma y que si en la final de Copa no se vio la mejor versión del equipo fue porque los jugadores salieron muy relajados y se vieron sorprendidos. El problema fue, según el periodista, más mental que físico.

(La foto es de Efe, y está extraída de deportes.orange.es)

viernes, 22 de abril de 2011

Cabeza fría para las semifinales de Champions


"La primera falta la tenemos que hacer nosotros y acto seguido protestar al árbitro. Hay que atacar la moral del árbitro y de los rivales". Este fue el mensaje que Mourinho le lanzó a sus jugadores en el hotel de Valencia horas antes de la final de la Copa del Rey, según publicó José Félix Diaz en El Confidencial.

El discurso forma parte de la estrategia del desquiciamiento, consistente en presionar a los árbitros con su propaganda goebbelsiana. Aunque empieza a aburrir con aquello de que siempre acaba con 10 contra el Barça -cuando es lógico si juega a defenderse- los colegiados han terminado por contener su espíritu sancionador. Sobreexcita a sus jugadores porque sabe que contará con la permisividad del árbitro, al que previamente le ha dado la matraca él y los medios que le sirven de altavoz. A partir de ahí puede jugar con máxima agresividad, como ocurrió la noche del miércoles en la que Undiano miró para otro lado en acciones de gran dureza y juego sucio.

El paradigma de esta agresividad no fue Pepe, que también pasó la raya, sino un desconocido Álvaro Arbeloa, cuyo semblante delataba gran tensión. El salmantino pisó el tobillo a Villa, su compañero de selección, clavó los tacos a media altura a Pedro, su otro colega de la Roja, o pateó en un muslo a Adriano nada más comenzar la prórroga, entre otras acciones.

Sentadas las bases de la sucia estrategia, Mourinho colocó en el el centro del campo una línea de presión de tres hombres muy intensa (Xabi Alonso, Pepe y Khedira) con gran movilidad y relevos en el acoso al poseedor del balón, para evitar el inicio del juego y la fluidez del Barcelona, con el único objetivo de robar para lanzar el contragolpe. Los azulgrana no encontraban sus vías de pase porque el Madrid jugaba muy junto y con gran concentración y el Barça se empeñaba en el juego interior y se olvidaba de los desplazamientos en largo y el uso de las bandas.

No había paciencia y sí demasiada conducción. Si el balón circula a gran velocidad y seguridad, es muy complicado evitar el juego del Barça, como se volvió a demostrar en la segunda parte, en la que el Barça recuperó el pase largo diagonal y el juego por bandas, sobre todo por la izquierda, donde Pedro se prodigó mucho más. Eso lo permitió también un acusado descenso de la intensidad madridista, con el trivote mordedor unos metros más abajo, aunque sus dentelladas ya no alcanzaban el mismo bocado. Fue el tiempo de las buenas ocasiones que abortó Casillas.

El Madrid parecía llegar muerto a la prórroga, pero el Barça no contaba con el menor desgaste defensivo de Ronaldo, al que le quedaban fuerzas suficientes para lanzarse al ataque junto al soldado Di María, quien le sirvió el gol de la sentencia. El Barça ya remaba con mucha dificultad, aunque el gen del esfuerzo, introducido por Guardiola, lo mostró hasta el último segundo, perdiendo la final con la cabeza bien alta.

Habían desperdiciado los primeros 45 minutos porque se vieron sorprendidos por la agresividad madridista, pero luego volvieron a mostrar su sello, aunque no les alcanzó para la victoria.

Dice George Bernard Shaw: "Solo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias, creándolas si no las encuentra" El Barça ha de mantener la cabeza fría para superar la estrategia del desquiciamiento, que va a continuar, y volver a aplicar con rigor su manual de estilo. Si lo consigue, estará en la final de Wembley.

martes, 19 de abril de 2011

Manuel Conde: "El Barça tuvo en Madrid la mitad de su cerebro"

Cree que el Barça jugó de forma calculada en Madrid, pensando en los otros clásicos, y por eso, le faltó velocidad en la circulación de pelota y movilidad de los jugadores, así como algo más de agresividad a la hora de defender los balones parados. Manuel Conde, entrenador nacional y teórico del fútbol, director de las editoriales MC Sports y Supérate y autor de numerosos libros, descarta que el Barça repita en Mestalla el partido del Bernabéu. Conde considera que los azulgrana saben jugar muy bien este tipo de encuentros donde no puedes rectificar. Y del Madrid espera el mismo planteamiento defensivo, aunque cambie de jugadores.

¿Cómo vio al Madrid y al Barça en el partido de liga?

Creo que hubo dos intenciones muy diferenciadas. El Barcelona, fiel a su idea de juego y el Real Madrid, más infiel a la idea que tiene Mourinho. Se vio un equipo muy temeroso, con una intención de evitar un resultado negativo y, sobre todo, creo que fue una traición al aficionado madridista.

Pero su planteamiento fue legítimo, ¿no?

Sí, legítimo es todo en el fútbol. Todo aquello que no sobrepase los límites del reglamento es legítimo. Pero tenemos un registro moral que viene a decir que todas las personas pagan su entrada, estamos en el Real Madrid, que aunque en los últimos años no ha tenido una cultura, todos sabemos que es un club que exige un fútbol un poco más atractivo.

¿Qué cree que le faltó al Barça para superar el entramado defensivo del Madrid?

No tener la mitad del cerebro en los otros partidos.

¿Cree usted que no ganó por una cuestión de cabeza?

No hubo una implicación mental 100%.

¿Entonces faltó intensidad?

El Barcelona tenía repartidas las emociones en varios partidos, como es el de mañana (final de Copa) o como son los de la Champions. Me da la sensación de que el mensaje de Guardiola era claro: no pasar apuros, meter gol e intentar controlar el partido para no salir derrotados. Y no salir derrotados significa que sigues estando a ocho puntos; y si ganas, las taquicardías son mucho menores: serían once puntos, un partido menos... Se vio que desde que el Barça iba ganando 0-1 se puso a controlar el partido y sus intenciones eran claras: no achuchar mucho, hacer los cambios, evitar tarjetas rojas, alguna lesión...

¿Jugó entonces de forma muy calculada?

Lo ha definido bien. Teniendo muy claro el mensaje, sobre todo el mensaje de intenciones.

¿Se puede jugar con el freno de mano echado sin especular?

A medida que iba avanzando el partido el Barça iba aplicando un guión u otro. En todas las fases del partido el guión iba a favor del Barça, porque me daba la sensación de que el Barça lo que buscaba era no perder, pero no perder desde su estilo. Mourinho, en cambio, fue más Mourinho. Sabemos que es un entrenador que protege mucho la portería, tiene más culto a los mecanismos defensivos que los ofensivos, pero aquí lo que hizo fue un homenaje a sus ideas.

¿Jugaron entonces los dos equipos a no perder?

El Barcelona, desde su idea de juego, busca siempre ganar y la estética en el juego. Jugar bien en el Barcelona es la doble E, Estética más Eficacia. Eso lo consigue el Barcelona, que busca ese binomio. Y generalmente siempre lo consigue. Hay otras veces que el Barça implica un nivel de intensidad mayor, pero me da la sensación de que en las pantallas mentales de los jugadores estaban los tres partidos siguientes.

Por eso faltó una circulación de balón más rápida, mayor movilidad...

Exactamente. No había unos contactos agresivos para que no se produjesen fricciones de lesión. Eso sí, hubo momentos en que fue apabullante en su posesión, como lo hacen a menudo. El Madrid montó un entramado defensivo muy agresivo, bien estructurado, pero, como sabemos, siempre es más fácil defender que atacar.


Desde luego Pepe fue un auténtico valladar, cortó muchos pases. ¿Cómo se puede superar esa organización defensiva, que probablemente se repita en la final de Copa?

Creo que aunque Mourinho lo plantee, el Barça tendrá un antivirus. No hay duda que Pepe hizo un gran partido, pero solo se dedicó a defender, que es lo más fácil para un jugador. Y además defendió escoltado por seis o siete jugadores más a su lado. Es curioso que se proteja siempre más al que defiende que al que ataca, o se valore más. Parece que es la panacea de todo y eso no creo que le vuelva a ocurrir al Barça. El Barça es un equipo que sabe jugar muy bien este tipo de partidos, que tiene un orgullo muy alto y que, sobre todo, tiene un orgullo como colectivo. Llamémoslo patriotismo o como se llame, y eso es muy importante. El Barça en este tipo de partidos hace las cosas muy muy bien. Estoy convencido de que si el Madrid monta el mismo engranaje, el Barça lo va a hacer muy bien.

¿La alineación desde el principio de Özil puede cambiar en algo la situación?

El problema es la transición. Sabemos que todo el Real Madrid tiene que defender, que cuando recupera es un equipo muy peligroso, pero el Barça una cosa que hace bien es que cuando pierde el balón transita muy rápido y además de hacer eso, intenta ahogar al poseedor del balón, hacer morir la jugada. Es muy difícil sorprender al Barça a la contra. ¿Qué ocurre? Que estamos hablando del Real Madrid, que tiene jugadores como Özil, Di Maria o Cristiano Ronaldo, que son muy veloces a las contras.

¿Sería bueno mover a Messi a la banda para distraer?

Messi, juegue en un lado o en otro, tiene una característica que es vital, que es lo que le hace ser el mejor jugador del mundo, su capacidad de ser impredecible, sobre todo para el rival. Y eso, ¿cómo se puede parar? Puedes tener muchos jugadores, un equipo estructurado, pero la capacidad de improvisación de Messi es descomunal. La cuestión no está en cómo se ubique el equipo contrario, sino en la velocidad a la que funcione la creatividad de Messi.

A veces uno tiene la sensación de que los compañeros no aprovechan los espacios que genera Messi, como si no supieran leer los agujeros que ocasiona.

Cuando un equipo ataca lo que tiene que hacer es prever cuando pierda la pelota. Entonces tiene que estar preparado no solo para seguir las acciones de Messi, ya que un equipo juega como conjunto, no de forma individual. Messi puede hacer cosas y el equipo considera que es mejor no acceder allí, pero, bueno, no creo que el equipo no sepa aprovechar su juego. Hay que tener en cuenta que el Barcelona hasta hace bien poco no bajaba de cuatro goles por partido. Piense que mañana o ganas o ganas, no hay posibilidad de otro partido. No es como la Liga, que el encuentro del sábado permitía ciertas dosis de echarte en la hamaca, porque había una diferencia considerable del Barcelona sobre el Madrid. Nunca, nunca, se vio, excepto al final que el partido parecía un correcalles, que el Barça pudiera tener algún problema, al menos como algo genérico. Me dio la sensación de que la mente estaba repartida en los cuatro partidos.

¿Cree que al Barça le pueden estar faltando pegadores, que, como dice el profesor Álex Sans, sobre retórica en el área?

Se ve muchas veces, en ese partido, en el anterior, que Villa tenía posibilidades de asesinar y lo que hacía era echar el balón hacia atrás, volver a regatear, manoseaba muchísimo. Quizá falta ese enfoque con el que el Barça se maneje más como un puñal y no como la Cenicienta, pero hay que tener en cuenta que es un equipo con fútbol muy atractivo, que tiene una línea ascendente a lo largo de la temporada -siempre hay alguna pequeña grieta- pero no nos olvidemos que el Barça está en las tres competiciones, que está haciendo muy buen fútbol y es normal que pueda haber alguna pequeña laguna. No por ello podemos buscarle alguna pizca de error a algo que es casi perfecto.

¿Fundamental que juegue Puyol o Mascherano para corregir en defensa?

Mascherano siempre ha estado a un nivel muy alto. En el Barcelona lo está haciendo muy bien, se ha adaptado muy bien a la filosofía del Barcelona y es un jugador que siempre ha estado a un nivel muy alto. Puyol tiene un grado de complicidad superior en el equipo, pero considero que lo haga uno o lo haga otro, apenas se va a notar porque no es solo el grado de complicidad, sino el nivel de implicación del jugador, y Mascherano está muy acostumbrado a competir, a este tipo de partidos.

Y no pasa nada porque juegue Pinto, ¿verdad?

Por supuesto que no. Yo estoy convencido de que no. Pinto, cuando estuvo en el Celta, lo vi como una persona muy competitiva, que se entrega al 100%, que vive intensamente el partido y que, sobre todo, es el cómplice ideal de Valdés. Es normal que haya pequeñas desavenencias en la afición, porque Víctor Valdés es de Barcelona, hay un carisma distinto, pero tengo pleno convencimiento que no se va a notar tanto si juega uno o juega el otro.

¿Cree que el Madrid planteará un partido parecido?

La presencia de Özil le da al Madrid ciertas dosis de más creatividad, de peligrosidad. A nivel personal Özil está siendo uno de los jugadores más determinantes. Al igual que Messi, tiene una capacidad de desborde, una velocidad mental y física espectacular, y, sobre todo, es muy bueno en el nivel de peligrosidad. Cuando toca un balón, no deja vivir tranquila a la defensa contraria.

¿Como podría el Barça defender mejor los balones parados? Vi que el Madrid repitió mucho el tipo de córner que lanzaba Di María abierto para que un jugador alto prolongue en diagonal al palo contrario y esa estrategia ocasionó cierto peligro.

El Barça estaba bien posicionado, defendía en zona, pero tuvo una actitud muy pasiva. Uno de los problemas de defender en zona es el arrastre. Es decir, si los jugadores se mueven, no pasa nada porque estás ubicado en una zona del campo, con lo cual cada jugador que entra ahí tienes un poco que defenderlo y yo creo que eso era un poco lo que fallaba, sobre todo en jugadores más alejados, situados en la zona del punto de penalty. Eran balones largos y generalmente lo hicieron dos o tres veces. Volvían a prolongar hacia dentro y les crearon bastantes dificultades, pero bueno, yo creo que Guardiola y Tito Vilanova son muy listos y es seguro que no se volverá a repetir. Hay que defender en zona, pero no con las manos en los bolsillos, porque como yo le decía a mis jugadores: en un segundo te meten un gol, en un segundo despejas. Ahí la agresividad, en el sentido deportivo, tiene que ser muy superior.

lunes, 18 de abril de 2011

Excelencia para ganar al antifútbol

El Barça las ha visto de todos los colores. Equipos que intentan combatirle presionando arriba y equipos que se juntan en su propio campo en espera de un contragolpe, disposición más propia de clubs que hacen encajes de bolillos para confeccionar sus plantillas.

El sábado el Madrid eligió la segunda opción, la de los equipos menores. Rendido ante el fútbol del Barcelona, se dispuso junto a su área para esperar un contragolpe de suerte que le diera opciones para vencer.

Mourinho añadió diversos detalles para completar la estrategia. El principal: colocar a Pepe de mediocentro para cortar el juego interior azulgrana. El portugués consiguió deshacer muchas combinaciones por su buena colocación y anticipación y contó además con la permisividad del árbitro, que no le mostró ninguna tarjeta. Pero Pepe y sus ayudantes del centro del campo tuvieron, además, la inestimable ayuda de un césped alto, que dificultaba el juego raso del Barcelona aunque también las carreras de Cristiano y compañía.

El Barça no movía el balón con la soltura de otras veces, aunque dejaba minutos de gran combinación, pero escasa profundidad. Cuando las asociaciones eran rápidas, con buenos movimientos y paredes llegaba el peligro. Paradigmático fue el rondo que acabó en la cuchara de Messi parada por Casillas: dos minutos de posesión y 48 pases. Ese era el camino, mover mucho para desorganizar una defensa tan poblada y buscar la vertical.

El peligro, en cualquier caso, lo llevaba Messi, que se asoció con Iniesta, una vez, y otras con Villa provocando inestabilidad en el área blanca, hasta el punto de provocar un penalti que no se sancionó. Ese era el camino, pero el Barça lo encontró en pocas ocasiones.

El miedo a las pérdidas de balón quizá mantuvo la prudencia del Barça, que cometió demasiados fallos en la entrega para el calibre del partido, más inexplicables en tiempo de superioridad númerica.

Salió más suelto quizá en la segunda parte, pero la intensidad duró hasta el gol de Messi, de penalti. Luego el Barça se concentró en mediocampo para hacer el rondo plano, para dejar pasar el tiempo. La especulación, junto a la ausencia de Puyol, le costó varios sustos producidos por los arreones merengues, entre ellos el penalti señalado en contra. Llegó el impensable 1-1 y el Barça se volvió a activar pero con pocos minutos por delante. Fue entonces cuando metió varios balones a la espalda de la defensa que Villa no pudo aprovechar.

No fue mal partido del Barça, aunque el Clásico decepcionara. Le faltó a los azulgrana mayor ambición para sentenciar el encuentro, comprensible si se tienen en cuenta todos los obstáculos que tenía y dado el claro liderazgo en la competición.

La previsión es que el cuadro se vuelva a pintar igual o parecido en los próximos tres duelos, puede que con césped mejor o con diferente criterio arbitral, pero lo más probable es que sea similar. El Barça, entonces, deberá acercarse a la excelencia para asegurar las victorias.

El encuentro deja aspectos que mejorar: mover al entramado defensivo con mayor velocidad para que aparezcan más espacios, cuidar con celo los fallos en la entrega, así como ajustar mejor la defensa de los balones parados y la vigilancia sobre Özil.

(La fotografía ha sido extraída de www.ara.cat)

miércoles, 13 de abril de 2011

El Barça se dosifica y los fichajes dan un paso adelante


Llevan mucha tralla y quedan los partidos decisivos. Hay lesiones y algunos futbolistas no son ya juveniles. La máquina se resiente con piezas antiguas que necesitan aceite y nuevas que empiezan a acoplarse al engranaje.

Es como si los jugadores hubieran recibido la consigna de dosificarse, que no quiere decir relajarse, ante el triatlón de final de temporada que se avecina. En el partido de Donetsk, con una eliminatoria muy encarrilada, algunos jugadores calculaban el esfuerzo. Era manifiesto.

No perdían la posición, su objetivo era atacar, pero con mucho control. Lo principal era el orden y la colocación, más allá de la presión y la recuperación. Algo similar ocurrió en buena parte del partido contra el Almería. Así podíamos ver a Messi andar por el campo y arrancar de forma explosiva cuando convenía. De esta forma se puede entender el milagro de que juegue siempre.

Igualmente Xavi, que lleva también gran carga de partidos, disminuía conscientemente el ritmo. Algo similar le ocurre a Villa, que posiblemente sea el jugador que más reclama, sin perdirlo, un descanso.

En esta tesitura es cuando aparecen para el rescate el grueso de los nuevos fichajes: Mascherano con su oxígeno defensivo dando cobertura como central; Adriano convirtiéndose en un puñal izquierdo y Afellay, adaptándose cada vez más al juego blaugrana. Además de Pedro, fundamental, precisamente, para ejercer la presión adelantada. Es justo ahora cuando tienen que salir salvadores como Víctor Valdés, en un estado de concentración altísimo, mientras indiscutibles como Busquets y Keita soportan físicamente el centro del campo o Piqué, la defensa.

Juegue Milito o no en el Bernabéu, por encima de todo al grupo se le nota más unido ante el reto de las tres competiciones y especialmente mentalizado. Su líder, Pep Guardiola, transmitió tras el partido de Ucrania un mensaje de seguridad y confianza. La confianza que da jugar bien al fútbol.

(La fotografía es de Pep Morata y está extraída de www.elmundodeportivo.es)


lunes, 11 de abril de 2011

¿Es solo un problema de centrales?


Aunque la confianza del barcelonismo en el equipo sigue siendo alta, hay inquietud por los desajustes defensivos de los últimos partidos. La ausencia por enfermedad de Abidal está siendo más determinante de lo pensado. El francés era el defensa más en forma y había logrado reemplazar el papel de Puyol a la perfección, en algunos aspectos incluso lo había superado.

En los dos últimos partidos ha habido más peligro en el área del Barcelona de lo que es habitual. Cierto es que gran parte de estos riesgos se corrieron contra el Shakhtar, un equipo plagado de futbolistas brasileños de gran talento y velocidad. Pero esto es lo que se va a encontrar el Barça en la fase crucial de la temporada en la que ya está inmerso: equipos con jugadores de vocación ofensiva y gran peligrosidad.

Ahora mismo el Barça está diezmado en la línea defensiva. Guardiola ha probado con Busquets y Piqué de centrales contra los ucranios sin un resultado muy satisfactorio, como tampoco fue muy alentadora la actuación de Milito el sábado frente al Almería, formando pareja con Piqué. En la segunda parte se incorporó como central Mascherano, que no podrá jugar ese rol contra el Madrid en partido de Liga por acumulación de tarjetas.

Está pues Guardiola en la encrucijada de elegir la pareja de centrales del Bernabéu. Puede repetir con Busquets y Piqué, sabedor de que la constitución de ambos puede restarles posibilidades en duelos de velocidad, colocando a Keita de mediocentro (posición en la que apenas ha jugado en el Barça, pero sí en el Sevilla); puede juntar al joven Fontás con Piqué, si bien el de Bañolas es de características similares: lento, aunque con buena colocación y anticipación; o bien confiar de nuevo en Milito, que realizó frente al Almería buenos desplazamientos en diagonal, pero que anduvo lento en la anticipación y en la ocupación de los espacios atacados por el rival.

Sin embargo, cabe en lo posible que el problema no sea únicamente de centrales o de red de seguridad, que la cuestión sea algo más que contar con un velocista para corregir las superaciones de la línea adelantada del Barça. Quizá la clave esté en la correcta ejecución del manual de estilo.

A los defensas les está llegando más peligro que antes porque la recuperación de balón no está siendo igual de efectiva y la presión adelantada no se hace con la misma sincronía. Da la sensación de que en determinados momentos no van todos a una y en cuanto alguien no cumple su papel de acoso se genera una vía para que el rival desencandene sus ataques. La recuperación, además, ha de hacerse a partir de un buen juego de posición. Si las fichas están en su sitio no debe haber dificultad para tapar la salida del rival en cuanto hay pérdida del balón.

Sirva de ejemplo el último gol encajado frente al Almería. Pierde el Barça el balón en ataque y los andaluces inician su contragolpe por la banda derecha. En ese momento, en el de la pérdida, Maxwell, el lateral al que correspondería intervenir, está fuera de plano situado como delantero centro. Ante esta coyuntura tiene que acudir Mascherano a interrumpir el pase casi en mediocampo, para sofocar la ausencia del brasileño, porque otros compañeros que acuden en socorro tampoco llegan. El jefecito consigue tocar el balón, pero no frena la jugada almeriense. Milito, que es ya el último defensor, prefiere colocarse en línea de pase antes que intervenir, pero el balón llega a Coronas que acaba marcando. Hay un desajuste en la presión porque todos no han ido a una, es como si alguna pieza o no hubiera aprendido o se hubiera olvidado de las lecciones básicas del juego de recuperación.

En los últimos partidos da la sensación de que ha bajado la intensidad para impedir la salida de balón del contrario. No sé si es algo planificado, lo que se hace difícil de creer, o consecuencia del desgaste de tanto partido acumulado. Sin embargo, la trascendencia de los envites que se avecinan puede propiciar, de nuevo, el riguroso cumplimiento del manual de estilo.

jueves, 7 de abril de 2011

Cuando llegar es más importante que estar


Es como un principio del estilo futbolístico de Guardiola: los goleadores llegan, no están; visitan, no viven el área. El triunfo abultado del Barça sobre el Shakhtar de anoche lo materializaron sobre todo los llegadores, normalmente centrocampistas, también defensas, que aparecen cuando menos se les espera, que aprovechan los espacios producidos por los teóricos delanteros.

Y en ese comportamiento, en la llegada, en la aparición, fue actor principal Dani Alves, que marcó el segundo gol, que pudo meter alguno más y que destrozó con sus impulsos y las zonas libres producidas por sus compañeros, la banda izquierda ucraniana. Lástima que sus centros elevados no tuvieran una mayor precisión. Alves fue tan buen atacante como regular defensa: sus pérdidas de balón y sus espaldas descubiertas pudieron costar más de un disgusto a una zaga que ayer tembló más de lo habitual.

Y es que el Shakhtar es un equipo con muchos recursos atacantes, jugadores rápidos con buena técnica y coordinación, que desnudaron los defectos de unos centrales extraordinariamente lentos, que contaban, solo, con la arriesgada y afortunada cobertura de Víctor Valdés, un portero que puede jugar de defensa libre, de los de antigua usanza. Lo malo es que este eventual papel del guardameta se está prodigando en exceso y los riesgos que corre son muchos: no solo de encajar un gol sino de ser amonestado.

Ante esta circunstancia el barcelonismo implora la recuperación de Puyol, cuyo estado físico y los plazos para su vuelta son casi un absoluto misterio. Pero quizá no es solo la ausencia del central de La Pobla de Segur o de Abidal, en su función de bomberos de emergencia, lo que le falta al sistema defensivo. La presión arriba, en la salida de balón del rival, no se está ejerciendo con la gran eficacia de otros tiempos no lejanos. El Barça echa en falta en los últimos encuentros el denodado trabajo de Pedro, que contagia su esfuerzo a los compañeros, y que ayer salió 20 minutos para prepararse para la maratón de clásicos que se avecina.

Un paso adelante dio el Barçaen la definición. Probablemente gracias a la lucha y los espacios trabajados por Messi y Villa, que llevan, para los culés, demasiado tiempo sin marcar. Lo intentaron a su manera pero parecen no estar finos.

La Pulga, como ya es costumbre, bajaba a recibir, pero ayer lo hizo en exceso, volviendo a prodigar las individuales galopadas de antaño. En muchos momentos del partido se escoró a la derecha, como en sus inicios, pero ahí es menos letal que de falso delantero centro. El asturiano, por su parte, se peleó con la defensa, pero falto de lucidez tanto en el control como en el tiro. Su papel muchas veces es esperar a ver qué hace Messi, quien a veces no aprecia sus desmarques.

En cambio, certeros estuvieron los centrocampistas (incluido Iniesta), en especial Keita, que marcó el cuarto gol con la conjunta perfección del gesto corporal, el efecto y la precisión del disparo.

Y en la asignatura de la definición Guardiola ha recuperado un tema que parecía olvidado: la jugada ensayada. De nuevo, Piqué resolvió una acción entrenada, en un córner, pero no fue la única vez que el Barça aplicó un ensayo con el rubio central y Busquets como protagonistas, los mismos que intervinieron en el gol de Villarreal.

El Barça, pues, está en proceso de espera, pero no lo puede hacer por mucho tiempo, porque las finales se celebran ya. El regreso de Puyol, los goles de Messi y Villa, la aportación de Pedro y el perfeccionamiento de la presión en campo contrario son los retos inmediatos para que la maquinaria vuelva a afinar su producción.

(La fotografía es de lainformacion.com (Getty images)

domingo, 3 de abril de 2011

El fútbol desactiva las bombas mediáticas

Una vez más se ha demostrado que el fútbol entre partidos no es más que un ruido utilizado para mantener la atención de los aficionados.

Durante la semana el presidente Rosell apostó, en un acto solidario, al parecer para promocionar con más impacto la campaña, que el Barça ganaría 5-0 al Madrid en la final de Copa "para no perder la costumbre". Poco menos que había dicho el mayor disparate que se puede decir, equiparable a las fanfarronadas de Vicente Boluda y sus chorreos, cuando tenía altavoz como presidente del Madrid.

Ríos de críticas corrieron contra el mandatario blaugrana y su apuesta se convirtió en leitmotiv para llenar programas de radio, páginas de periódicos, espacios televisivos y redes sociales de internet. Había expectación por ver lo que comentaba Guardiola al respecto, y Pep lo que hizo fue corregir con elegancia a su presidente. Cuando la tormenta estaba escampando, vuelven a oirse truenos mediáticos: la RAI, la radiotelevisión pública italiana difunde unas declaraciones de Pep, al parecer robadas, en las que anuncia que su ciclo se está acabando. ¡Vaya novedad!

Y ayer el fútbol, con bajas o sin ellas, con Champions en el horizonte, volvió al terreno de juego y el balón, de nuevo, se puso a rodar. Y fíjate por donde, un entrenador que no había perdido en nueve años en su casa vio romper ese récord ante otro entrenador al que había acusado de lo peor que se puede acusar a un deportista: de dejarse perder. Es como si hubiera una ley no escrita que pusiera a cada uno en su sitio.

Y es que parecía que tras lo dicho por Rosell el Madrid estaría motivadísimo para mantener la presión sobre el líder y aplastaría al Sporting por lo civil o por lo criminal. Pues fue que no, porque al equipo blanco, no le alcanzó con lo que tenía sobre el terreno de juego.

Y parecía también que al Barça le podía afectar la confusión de las sobredimensionadas declaraciones de Rosell y Guardiola, y no sólo eso, sino las bajas importantes que tenía el equipo, además del efecto del virus Fifa. Y efectivamente era un parecer, porque la realidad, el gol de Piqué, puso una distancia de ocho puntos entre los dos grandes, que difícilmente podrán recortar los blancos, por mucho que los medios quieran vender que aún hay Liga. Quedan ocho jornadas, es cierto, y esta competición difícilmente se le puede escapar al Barça si sigue cumpliendo.

Porque lo de ayer fue cumplir, sin grandes alardes, y con la participación estelar de Víctor Valdés, a la espera de recibir al Shakhtar en la Champions, pero con un resultado: un importante golpe en la mesa en la Liga que puede ser definitivo. Ahora volvemos al ruido, hasta la Champions, con la polémica sobre el gol de Piqué. Esto es así.

(La foto es de Manuel Queimadelos Alonso/Getty Images y está extraída de www.ara.cat)