
Soy admirador de Frank Rijkaard, como sabéis. Pero hoy, ya no sé si porque me estoy contagiando, empiezo a mirarlo de forma distinta. El equipo carece de un factor determinante en el que el entrenador tiene mucho que ver y de la que él mismo habla en muchas ocasiones. La mentalidad. Llamemosle motivación, ambición, psicología de campeón. Y eso a un equipo grande no le puede faltar.
Es verdad que se jugó mejor, no mucho, que ante el Villarreal, pero no me vale. Este Barça sabedor de que se podía poner a cinco puntos del Madrid, que le había dado una nueva oportunidad, tenía que salir a morder desde el minuto uno al 90. Salieran los que salieran. Había que gritar en la caseta ¡Me cago en Dios!, dicho sin molestar pero dicho para entendernos, y dejarse la piel sobre el estadio de los Juegos Mediterráneos.
Marca el Barça, sin demasiado juego, y hala a pasearse, a entregar balones al pie, a dejar de moverse como antes. No, no y no. Esta tendencia a que si marco me vuelvo conformista y no sigo pensando en la portería contraria es un delito en todo un Barça. Y es un delito reincidente. Un grave crimen contra el barcelonismo. Y de eso, Frank, eres responsable. No me vale que el Almería sea un duro rival, muy bien armado, que le ganó al Madrid... Todo eso es verdad, pero cuando te la juegas y te dan oportunidades una y otra vez, no puedes ir tirándolas, como si confiaras en que de nuevo nos la volverán a dar, que posiblemente nos las den, pero con este espíritu no las aprovecharemos. Así que no me vale.
Como no me vale esa forma de defender los saques de esquina, patética en un gran equipo, por mucho que juegue al tiki taka. No es excusa el que el Barça sea un equipo atacante para
defender tan mal los centros a balón parado. El primer gol del Almería lo encaja una defensa de Tercera. Como no me vale que no sepamos aprovechar ni un puto corner. Que a estas alturas de forma tímida se atrevan a hacer una jugada estratégica con Xavi levantando las dos manos desde el corner, ahora, con todo lo que va de Liga...
Sigo siendo optimista porque veo al Madrid aún peor que al Barça, pero como sigamos a este paso, el Villarreal se puede convertir en un serio aspirante al título. Es lamentable la manera de afrontar los partidos. No hay casta. Ver deambular por el terreno de juego a un campeón del mundo como Edmílson es muy triste. Ni sombra de lo que fue ni interés por cumplir con una faena aseada. Pese al gol, bonito, Eto'o, sólo son carreras, algunas, hacia el portero.
Quiero ver lo positivo, pero me defraudan un partido sí y otro también. No sé si se dosifican, si no están por los entrenamientos ni por los títulos. No sé lo que pasa en ese vestuario, pero no hay la mentalidad correcta, Frank. Y tú lo sabes. No sé si estás luchando por dentro y no sabemos lo que tienes ahí y lo que estás teniendo que lidiar, pero algo tienes que hacer, porque a este equipo le falta la energía de un grande, de un club triunfador, aunque estemos con posibilidades de luchar en todas las competiciones. No sé si son muchos partidos, no sé si es que tenemos mucha gana de fiesta, pero cuando lees lo que hemos leído hoy en
El Periódico, se te quitan las ganas de confiar en nada. Ronaldinho no ha ido a Almería porque al parecer se fue de fiesta cuando el entrenador le dijo que no. Rijkaard lo ha querido tapar cuando le han preguntado, pero lo ha negado con la boca pequeña.
Esto empieza a oler muy mal. Y habrá que tomar muchas medidas a final de temporada aunque se ganen títulos. El uno que se va de fiesta, el otro que no es feliz porque no está su hija, al otro parece que la Copa de África no le ha sentado bien, Messi que tiene problemas musculares... E incluso Giovani parece ser que exige más dinero y el Barça está dispuesto a venderlo. Difícil todo esto para Frank. Seguramente el vestuario es muy complicado de gobernar, pero Frank, aunque sea tu estilo, hay muchas cosas que están
fuera de madre.
No es excusa, pero el arbitraje de
Rubinos Pérez fue lamentable. Rijkaard al terminar la rueda de prensa no preguntó de dónde era el árbitro. Pero por si se quedó con la curiosidad de saberlo recordaremos que es madrileño. Cinco tarjetas amarillas al Barça por ninguna al Almería. Se inventó faltas, saques de esquina en contra de los azulgrana y la primera tarjeta a Milito no era merecedora de ella. Rubinos sigue muy bien la escuela de Megía Dávila. Y es que de leer y escuchar al relañato brunetil tan cerca sus sentimientos acaban aflorando en el pito.