
Ahora sí. Lo constato. Definitivamente el director del diario As ha perdido la cabeza. Alfredo Relaño ha preferido tirar por la borda el prestigio que le quedaba.
En determinados ambientes periodísticos todavía es respetado. Su pasado en El País, su inicial pilotaje de la sección de deportes de Canal + le habían granjeado ese respeto y admiración entre no pocos de sus compañeros y en aficionados al fútbol de cualquier equipo.
Pero Relaño, no sé por qué avatares profesionales aceptó un día el complicado proyecto de dirigir el reflotado diario As y el difícil desafío de hacer la competencia a un periódico, el Marca, que utilizando la sensación como primera herramienta comercial, le llevaba muchos kilómetros de ventaja.
Ya no era el partidismo manifiesto exclusiva del diario Sport. Todos habían apostado por posicionarse claramente en favor de unos colores. Es el mercado. Y en esas se puso a trabajar Relaño. Fue tomando decisiones, entre ellas la incorporación de los periodistas más forofos, como Guash, Roncero, San Martín al tiempo que hay que reconocerle incorporaciones de lustre como la de Juan Cruz.
Estaba clara la estrategia, vender, dando al aficionado merengue lo que quiere, incluso aunque fuera vendándose los ojos y acudiendo al amarillismo. Y en esas que Relaño, necesitado de aumentar el número de lectores (los periódicos venden más si el equipo del que viven triunfa) inventa la indemostrada teoría del Villarato. Ya saben aquella que consiste en propugnar el favoritismo de los árbitros al Barça por el apoyo de Laporta a Villar en las elecciones. Compañeros suyos de Madrid se la han rebatido. Se ha quedado solo, mejor dicho casi solo, porque casualmente el otro director, el de Marca, el repelente Niño Vicente Eduardo Inda, mantiene una tesis muy parecida. Curioso.
Esta teoría que recuerda a la del amigo de Inda, Pedro J, sobre la conspiración del 11-M, tan pendientes de probar una y otra, ha llegado a un extremo que ya no se sostiene. Si todavía tiene Relaño algún amigo fiable, no hablo de los forofos que le rodean, como Roncero, bien harían en aconsejarle, que no tire más su prestigio con esta excentricidad, que lo único que le conduce es a la locura, justo en un tiempo en que está próxima su jubilación.
Su obsesión alcanza casi el paroxismo cuando veo que mantiene que Cristiano Ronaldo no mereció la expulsión y compara el golpeo del portugués al defensa lesionado del Málaga con una jugada en que Messi trata de desembarazarse de Marc Valente, en un partido contra el Sevilla, porque el pibe trata con sus brazos, sin golpear, de quitarse de encima al jugador sevillista. Y encima utiliza ambas jugadas (en una de ellas Pérez Lasa estaba muy encima) para sostener la teoría del Villarato. Creo que Relaño ya ha dicho adiós a la ética profesional y le importa un pimiento quedar en tan gran evidencia. Qué manera de dar las últimas bocanadas profesionales.