miércoles, 4 de mayo de 2011

El Barça llega a Wembley moviendo el balón


Otra vez la prudencia, la táctica, el miedo al contragolpe. Es mucho lo que se jugaba: una final de Champions. El Barça iniciaba la vuelta de semifinales con dos goles de ventaja. Era el rival el que tenía que atacar. Los azulgrana no renunciaron a sus principios, pero alguno casi lo dejan en el baúl.

Había que ser precavido ante un Madrid con mucho nombre y valor arriba. Salieron los blancos a tratar de impedir el juego desde atrás de los locales. Ocurre que el Barça tiene muy trabajada la salida del balón, la mejora día a día y es difícil pillarles en un descuido, aunque no imposible, como se pudo ver en el gol de Marcelo.

El Barça jugó a manosear el encuentro, a pasarse la pelota por dentro hasta intentar de vez en cuando escaramuzas que se convirtieron en verdadero peligro a la media hora de juego. Presión contra presión, hasta que llega el desgaste de alguna pieza menos acostumbrada a estos esfuerzos. En esas que se presentaron las grandes ocasiones culés, abortadas por un estupendo portero llamado Casillas, estupendo en la parada, decepcionante en sus aspavientos de impotencia. Fue ahí donde el Barça pudo poner la eliminatoria muy a su favor.

La segunda parte fue un poco más de lo mismo. Fútbol control del Barça, más juego con la ventaja, un Madrid arriba y presionante y una nueva demostración de que el finalista de la Champions puede defender muy bien tanto con pelota como sin ella. Salvo el gol de Marcelo y la jugada polémica, sancionada antes de que Higuaín disparase, Valdés no pasó excesivos apuros. En ningún momento la eliminatoria estuvo en peligro. Y era la artillería blanca la que tenía más obligaciones de disparar.

El Barça logró su gol gracias a esa excelente salida de balón, con la que ayer se defendió magnificamente. Ese lanzamiento de Valdés, que ya se ha convertido en un fino pasador, inició la jugada con Alves, que culminó precisamente Pedro tras uno de esas imposibles diagonales de Iniesta. Gol bello, que rompía la presión del Madrid, que hizo, como el Barça, un desgaste de facultades tremendo.

La moral del equipo se ha disparado. La emotiva reaparición de Abidal, los corros del grupo, la vuelta al estadio del equipo refuerzan el ánimo del barcelonismo. Sin embargo, para alcanzar la gloria, el Barça deberá superar su último escollo en Londres. En el mes que queda los culés tendrán que despachar la Liga y recuperar fuerzas.

(La fotografía es de www.elmundodeportivo.es)


























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