Juego y resultado

Cuando juego y resultado se juntan, el gozo del fútbol llega a nuestras entrañas. Y si ese gozo lo produce tu equipo, se siente algo así como la felicidad.

Anoche fui feliz como muchos de mis conculés. Regresa el fútbol y si os digo la verdad me dan ganas de vengarme, de vengarme de los incrédulos, de los angustiosos, de los escépticos, de esos que ahora se sumarán al carro, y ya se han sumado, pero que han mantenido una postura ambigua ante el nuevo proyecto, por ser generoso, y no decir críticos, muy críticos.

Ya, ya lo sé, no hemos ganado nada, pero hay quienes no daban un duro por Guardiola, quienes estaban como francotiradores esperándole, quienes dicen que es muy novato, quienes fuera de la pasarela mediática, decían que lo apoyaban porque en su medio así se lo exigían, porque tenía un amigo en el medio que... Se ha demostrado que Guardiola sabe lo que quiere, que tiene un rumbo claro y que ahora empieza a ver sus frutos del trabajo bien hecho. Hoy no habrá críticas, aunque todavía hay mucho por mejorar, pese a que el abultado resultado pueda esconder las deficiencias. Pero este es el camino. Hoy no se dirá que Guardiola está moviendo mucho las alineaciones, aunque si llegan los malos resultados será un argumento que utilizarán esos que le están esperando, bueno en realidad no lo esperan a él. Está en medio.

Anoche los goles llegaron. La suerte acompañó, pero era el mismo juego contra el Espanyol, el Racing, parte contra el Betis, Gijón e incluso contra el Numancia, pero no el partido de Ucrania o Cracovia. Habría que acudir a las hemerotecas y concluir que el periodismo opinante deja mucho que desear. Por ahí andan los Minguella, Astruells, Nolla etc, que se ven obligados a dar un volantazo a su coche y cambian de discurso porque no pueden ir en contra de la corriente. Lo digno sería que siguieran manteniendo sus posturas, aunque pudieran ser la risa colectiva, como ya hicieron con Ronaldinho, en una defensa ridícula conocedores privilegiados de lo que, lamentablemente, le ocurría al Gaúcho.

Cuando el Barça ejecuta maravillosamente esa filosofía cruyffista (le pese a quien le pese) es un ejemplo futbolístico mundial. Y anoche lo hizo. Es cuando uno se siente orgulloso de ser culé y piensa que no hay equipo que, cuando lo hace, pueda practicar el fútbol de esa guisa. Por eso, cuando escucho esas propuestas de que el Barça debe cambiar de sistema y ser más práctico, me pongo a temblar. Porque no hay nada como esta filosofía de juego, por mucho que cueste ponerla en marcha, por mucho que haya francotiradores que se la quieran cargar, por mucho que a veces nos puedan golear. Este es el fútbol, y por fortuna lo quiere, lo desea, mi Barça. Ojalá no cambie nunca esta filosofía, que tanto costó implantar, y que algunos se quieren cargar.

Eso no es óbice para decir que hay lagunas, que sigue habiendo fallos en defensa, que no terminamos de cerrar los partidos con un 0 en nuestro casillero, pero llegará, espero ese día en que no encajemos un gol. Pero vamos, con esa presión, con esa ambición, con esa recuperación de jugadores, como Gudjohnsen, o el invento de Sergi Busquets, con esa motivación y, sobre todo, con un entrenador que tiene puestas las pilas constantemente para que no se le escape detalle y tener a la plantilla a tope, no hay duda de que los éxitos llegarán.