Las portadas de los periódicos deportivos de Catalunya anunciaban con alarde tipográfico que Pep se había enfadado con los jugadores tras la derrota frente al Hércules. Esta tarde Guardiola, en estado puro, sacando de sí lo mejor, ha vuelto a dar una rueda de prensa pletórica. Un Pep seguro, confiado en los suyos, confiado en sí mismo, y líder del grupo, ha hablado en la previa del partido contra el Panathinaikos mostrando firmeza y mostrando, por cierto sin el coñazo de las engorrosas traducciones, que este equipo va a reaccionar.
Guardiola quiso en primer lugar mandar un mensaje sin matices: Él no duda de sus jugadores y enfadarse no se ha enfadado, alguna vez lo ha hecho, pero muy pocas veces, porque su estilo es convencer y se convence mediante el diálogo. Eso de enfadarse, dice, para que los demás vean que él tiene la razón y los jugadores no, no va con su forma de gestionar grupos.
Pep no ha querido excusar la derrota en el virus Fifa o en la falta de una pretemporada normal, aunque no ha dejado de apuntarlos como factores que influyen. Para Pep la derrota del sábado no fue por las rotaciones o por la entrada de uno nuevo por línea. Para él sólo hubo dos cambios, un defensa y un medio. Siente que la causa de la derrota no es esa. Admite que el Hércules le sorprendió, que habían visto algunos partidos de Segunda, el de pretemporada contra el Madrid y el de Liga y que los alicantinos habían jugado diferente a cómo lo hicieron en el Camp Nou.
Pero Pep, que continuamente está aprendiento, o al menos lo intenta, cree saber los motivos por los que no supieron atacar al Hércules, el "matiz", como le llamó él. Y el matiz no lo quiso desvelar, posiblemente para no dar pistas a futuros imitadores del Hércules o Inter. Pero abundando en esta clave apuntó que la "fragilidad" de un equipo puede estar en "una pieza", en un "movimiento especial".
Preguntado por la actuación de Messi, respondió: "Leo me gusta hasta de lateral izquierdo". ¿Por qué lo puso de extremo? Porque Drenthe y Tiago Gómez jugaban como interiores para evitar el juego de Messi e Iniesta. Intentó contrarrestar la estrategia de Boquerón Esteban situándolo en la banda. Pero está claro que la maniobra no surtió efecto. Y respecto a la teoría sobre la ausencia de Xavi como clave de la derrota, Pep no deja de considerar al de Terrasa como "único" e "irrepetible", además de comprometido, pero está seguro de que se podía haber ganado sin él si se hubieran hecho "un par de cosas mejor".
Aludió a los silbidos que en un momento dado, en un córner, recibió el Barça, pero como aviso de lo que puede ocurrir, no como queja hacia el público, al que no tiene que hacer ningún reproche. Al contrario. "Han silbado una vez en 90 minutos durante dos años".
Guardiola que no quiere hablar de proyectos de ganar el triplete ni euforias por el estilo, no le echa la culpa a los jugadores, porque, asegura, que están comprometidos y que en todo caso el problema es de él por no "facilitar" las cosas a los jugadores. Guardiola que sigue un legado (Cruyff, Van Gaal, Rexach, Rijkaard...) habló de la dificultad del grupo de Champions, porque los tres (y no cuatro, como dijo) rivales son campeones de liga de sus respectivos países. Y en cuanto a la falta de preparación adecuada o de ritmo suficiente, Pep quiso restarle importancia: "Si mañana volamos, ya tenemos la preparación física". Y explicó que el fútbol no es sólo la preparación física, sino una cuestión táctica, una cuestión psicológica... "El primer año nos costó, el segundo nos costó... Cuesta coger el ritmo".
Y entre sus declaraciones una perlita. Lu Martín, periodista de El País, le preguntó con cierta gracia si corría ahora más riesgo de ser expulsado en la Champions por eso de que ahora arbitran cinco colegiados los partidos. "Ya me comporto bien, respondió, después de tratar con el señor Gómez (el árbitro Clos Gómez, al que acusó de mentir en el acta de un partido) ya me comporto bien".
En definitiva un discurso con una idea central: "Pueden perder lo que quieran que es imposible dudar de ellos". Y como desmentido sobre su enfado una frase que puede ser interpretada o pasar desapercibida sin ninguna intención oculta: "Yo no me enfado cuando lo más importante del día (para los jugadores) es el entrenamiento"