Una vez más anoche me sentí orgulloso de ser del Barça. Una vez más, y van, mostraron la belleza del fútbol. Es cierto, hay muchas maneras de ganar y son todas respetables, pero las hay más vistosas, más agradables y más estimulantes. Y la manera de ganar del Barça te da placer.
Ellos, el equipo, deberían saber que están realizando un acto de amor, que gracias a su manera de evolucionar sobre el campo, hacen felices a mucha gente. El fútbol asociativo, las paredes, los pases interiores, la combinación con frecuencia casi perfecta, produce gozo. Si además eres un colectivo comprometido, que sabe que ha de fajarse, que ha de ser bravo para ganar en San Mames, y que no puede abandonar esa línea si quiere ser grande, si quiere seguir haciendo felices a la gente, consigues lo que te propones y sales de Bilbao mostrando tu currículum y saber hacer, que no es flor de un día, ni la improvisación artística de una época de inspiración. Es una marca estable que da alegría y que le dice a los futboleros, que somos millones, que se puede jugar de esta forma tan bella y ganar.
Ya sé que el Athletic se quedó con 10 a la media hora, que quizá la acción fue de tarjeta amarilla, como la entrada de Galán a Ronaldo, pero el Barça ya jugaba con esa intención, con esa idea, con esa partitura desde el principio. Me gustaron todos, quizá desentonó un poco Adriano no sé si por sus molestias físicas o por su falta de adaptación, pero no se notó en el conjunto.
En el conjunto destacó un impresionante Gerard Piqué, bravo donde los haya, poderoso, armando disparos de astucia, pasando, cortando, anticipándose, o un Busquets fundamental en todos los lances del juego, hasta en el gol. Y es que el centro del campo goleador de anoche también estaba Seydou Keita, sobrio en otras ocasiones, pero determinante en encuentros como el de San Mames, con ese gol de llegada desde segunda línea: "los delanteros del Barça no están, aparecen".
Todos en general hicieron bueno al bloque, empezando por Iniesta, de falso 9, que se notaba responsable, con ganas de coger la batuta, y siguiendo por el maestro Xavi, que debería ser profesor de pases y dirección de juego en la academia del fútbol mundial. Sin menoscabar la intensísima participación de Dani Alves, nada cuentista anoche, fundamental tanto en el repliegue como en la ofensiva; la seguridad y prestaciones de Rampante Puyol; la concentración de Valdés; el espíritu colectivo y desparpajo de Pedro; la integración, aún algo ansiosa, de Villa, con ese pase a Keita en el gol como si fuera Iniesta. ¡Qué equipo! Es verdad que está costando matar los partidos, pero te da una seguridad... Sabes que no van a bajar los brazos y que van a representar una obra que casi nunca defrauda. Eso no es fácil y hay que retener cada partido en nuestra memoria. Qué miedo que esto se acabe alguna vez.
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