
Demasiada expectación había para lo que, previsiblemente, nos íbamos a encontrar. Laporta acudió a TV3, a Gol a Gol, para hacer balance de la nefasta temporada. Dijera lo que dijera, no nos iba a descubrir la pólvora ni anunciar decisiones sorprendentes. Laporta está acorralado. Su mensaje, no sé si sincero, es una muestra: "Busco fuerzas para no hundirme".
De entrada es una declaración que anima poco, que hace dudar de si el presidente tiene ganas y energías suficientes para gestionar el comienzo de un nuevo ciclo. Está claro que no es momento de palabras ni siquiera de gestos. No le van a servir para nada. Lo único que le sirve es hacer de verdad, una gestión seria, una reorientación del proyecto organizada y con criterio. Y lo va a tener difícil porque tiene toda la presión del entorno.
Dice que no se reconoce con sus gestos primarios, sus salidas de tono y les resta importancia, aunque admite su error. La impresión es que quiere ser humilde, que no quiere ser prepotente, pero que la cabra tira al monte. Por un lado, es educado, correcto y da muestras de que ha sido enseñado en un buen colegio y formado en una buena familia, pero su carácter le juega muy malas pasadas.
Laporta ha sido una sorpresa. El entusiasta candidato que contagió de ilusión al barcelonismo, que incluso aburría a las piedras cuando hacía oposición con un discurso aburrido y poco futbolístico, ha dado paso a dar muestras nada ejemplares, y muy parecidas a las de Gaspart, lamentablemente, aunque haya notables diferencias en sus capacidades.
El orgullo de un Jan pasional, tan pasional como puede ser alguno de nosotros, le ha jugado malas pasadas. Ese entusiasmo por el Barça, que nadie le puede negar, puso en marcha con mucha energía un nuevo Barça, pero ese amor propio, y esa visceralidad le han jugado malas pasadas, pese a su magnífica educación y nuevo estilo. El acto con las penyas, el incidente con el chófer, la exaltación en el palco de Manchester, lo de Juan José Castillo, la bajada de pantalones en el aeropuerto, o el que n'aprenguin inicial han formado una imagen de un presidente que por otra parte, ha estado siempre muy correcto en declaraciones institucionales, en encuentros con el máximo rival o en palabras hacia el adversario de turno al término de los partidos. Es un Laporta curiosamente bipolar. Porque por un lado da la talla de forma ejemplar y por otra nos sorprende con esas salidas de tono.
A falta de dos años de mandato a Laporta le viene bien callar y gestionar, y bien. Respecto al fracaso de las dos últimas temporadas y la pasividad de la directiva, no cabía esperar ningún tipo de nuevas informaciones o aclaraciones. No nos iba a contar lo que le ha pasado a Ronaldinho, aún sin vender. Ahora bien, hay que analizarlo sin hacer sangre. Un club gana dos ligas y una Champions, trofeo que cuesta Dios y ayuda conseguir. Al año siguiente, no se logra nada. Es verdad, tienes que tomar decisiones en el éxito, pero cuesta horrores. Y ahí radica la eficiencia de la gestión. Cruyff hacia eso, se podía equivocar, y de hecho se equivocó, pero se adelantaba. ¿Qué le decían entonces? ¿Cómo ponían a Johan por adelantarse? Hay un entorno que si el Barça decide vender a Ronie a tiempo o incluso prescindir de Rijkaard o Eto'o, hubiera montado lo que no está escrito, Pero no es ya eso, es que la propia directiva creyó que merecían un voto de confianza, y sentimentalmente era lógico que se lo dieran a esa plantilla. Pero fríamente, no. Y ahí radica la diferencia de los buenos gestores de los regulares. Ese es el pecado e incluso me atrevería decir que la novatada de esa directiva. Gestionar en el éxito es lo más difícil. Más incluso que iniciar un proyecto. Y no lo han sabido hacer. Por eso, ahora apenas tienen crédito.
A Laporta le faltó humildad y diplomacia, cuando le preguntaron por Rosell. A mí no me convence el ex vicepresidente deportivo, pero contestar con un no seco y sin más explicaciones que no es válido para presidir el Barça, no es contestación de un presidente que quiere ser de todos los barcelonistas, a sabiendas de que hay un sector de culés que lo admira. Ahí no estuvo presidente. Creo que se tiene que poner mucho las pilas y rezar para que la pelote entre y si se da el caso, aprender de la lección, e intentar envitar manifestaciones fuera de tiesto propias de un forofo. Eso es lo básico. Aún así lo tendrá difícil. Por lo demás, yo soy de los que defienden que el mejor asesor que puede seguir teniendo es Johan Cruyff, bajo cuya influencia el Barça ha ganado sus dos Copas de Europa. Números cantan y la estadística pone al Gran Holandés en su sitio. Y si dice que Guardiola será un buen entrenador, habrá que tener fe.
La entrevista estuvo bien. No se puede decir que recibiera preguntas cómodas y Xavi Torres estuvo a la altura de lo que demandaba el barcelonismo, aunque haya gentes que opinen que debió ser más incisivo. Trató todos los temas y en absoluto le hizo la pelota.