Iniesta se echa el equipo a la espalda

Me tenía que restregar los ojos. La primera vez en mucho tiempo que el rival del Barça le supera en porcentaje de posesión de balón. El entonces líder Valencia llevó la presión arriba y juntó las líneas, con un centro del campo muy poblado para deconcertar a los locales. Era una primera parte irreconocible en la trayectoria blaugrana. Los chés llegaban con gran despliegue físico ante Valdés, y en una de esas aproximaciones marcó un gol y ponían el miedo en el cuerpo de los aficionados culés.

Si ya estaban impactados por la noticia de la asamblea de compromisarios, que por sólo 29 votos había decidido llevar a Laporta a los tribunales por su gestión económica, más lo estaban por un Barça que no carburaba y que no lo reconocía nadie.

El balón no circulaba y el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, parecía haberse transformado en un jugador vulgar, que no aparecía y que además jugaba andando. No sé si es que había pasado mala noche, si estaba afectado, como los demás, por la asamblea o simplemente está agotado mentalmente, el caso es que Messi no estaba fino y lo que es peor, perdónenme el pecado, no parecía esforzarse.

La acostumbrada presión de los delanteros en el área valencianista no se producía ni siquiera cuando era posible. La salida del juego del Valencia desde su portal se hacía con excesiva libertad cuando los chés intentaban jugarlo desde atrás. Así es que llegábamos al descanso con preocupación. ¿Pasará lo mismo que con el Hércules o el Mallorca?

Pero en estas que el chico del gol del Mundial, ese que no lleva pendientes ni se tinta el pelo, se echó el equipo a la espalda y revolucionó su juego y su disposición para en tres minutos dar un giro al partido y devolver la esperanza a la gent blaugrana. Iniesta con sus penetraciones, sus paredes con su socio Xavi y su concentración aceleró el partido. El ritmo del balón era más alto y al Valencia el encuentro empezaba hacérsele "molto longo".

Y en estas que la gent normal, el profesional Xavi y el grandioso Puyol, ponía al Barça por delante, en una espectacular jugada por el remate del ejemplar Carles, admirable siempre por su entrega y por sus inagotables ganas de ganar. Hasta los menos brillantes aparecían. Messi, cuya desaparición resultó noticia, hizo un doble quiebro en el área y pareció estar más cerca de su figura. Villa tuvo de nuevo sus oportunidades pero la

suerte no le acompañó.

Acabó el partido, respiramos y pensamos que este Barça sigue siendo fiel a una filosofía, aunque está sufriendo en exceso. La temporada postmundial está siendo muy complicada y el partido de ayer es una demostración. El parón de las selecciones siempre es una valla que el Barça debe saltar con mucha dificultad. A ver si Rosell es capaz de hacerle una auditoría al calendario y toma medidas en la federación españla de fútbol, en la Fifa o en donde corresponda, porque la organización de las competiciones es una tomadura de pelo.

(La fotografía de Iniesta es de www.sport.es)