La difícil gestión de la euforia

Guardiola gestionó bien el partido de Basilea. Reflexionó contra la euforia y mandó un buen mensaje a los jugadores para que no se relajaran. El resultado fue la manita. Ahora el entorno se disparará. Can Barça es un mundo de exageraciones. Tanto para lo bueno como para lo malo.

Guardiola debe seguir por ese camino. Sus ruedas de prensa cada vez tienen más sentido. Sus reflexiones nada tienen que ver con el común de los hombres del fútbol. Lo ennoblece con sus palabras, con sus análisis. Estamos ante un intelectual del fútbol que sabe también estar a pie de campo, que no vive en las nubes de la teoría. Creo que hemos tenido suerte.

Coincido con Pichi Alonso (en su teoría sobre el sistema, no) en que fue un partido de grandes asistencias y definiciones. Fútbol de lustre, con independencia de la flojera del rival, pero que se alcanzó porque los jugadores se pusieron las pilas. No le faltaba razón a Pep cuando decía en la previa que estos partidos se suelen perder por relajación. Por eso hay que salir siempre así. Cuestión de mentalidad. Es difícil pero con unidad y alegría generalizada en el vestuario, todo es más fácil.

La Brunete, ahora empeñada en volver a demostrar la teoría del Villarato (pobre Relaño, ya da pena), le restará méritos al triunfo de anoche, pero no se dan suficiente cuenta de los dos aspectos destacados: que el Barça está fabricando una gran mentalidad y que anda fino en los metros finales.

Detalles para la anécdota, posiblemente negativos, pero que quiero dejar caer aquí aunque sean intrascendentes. Mi teoría es que Valdés relajado es muy peligroso. Ese es el problema de Víctor, no otro. Cuando el resultado era escandaloso afloró ese portero que pierde un balón al saltar con un delantero por tener las manos blandas, se le escurria la pelota de una manera un poco ridícula. Los valdesistas, yo también lo defiendo, me diréis que ¡ya estamos!, pero lo quiero hacer constar: hay dos tipos de Valdés, el que sale enchufado y hace paradones y el que se relaja y yerra de forma increíble. Es ahí donde debe seguir trabajando Víctor. No puede cometer esos fallos porque disminuyen su talento, abren dudas y debates.

Y otra anécdota, que me llamó la atención. Me preguntaba por qué no jugaba Cáceres. Lo veo aparecer en la banda y allí que está, antes de entrar al terreno de juego, echándose agua al cabello, para atusárselo con mucho cuidado, que no se le fuera a despeinar. Parecía más bien que iba a entrar a una pasarela más que a un campo de fútbol. Y me pregunté: ¿tendrá algo, aunque sea poco, que ver ese gesto con su ausencia de las alineaciones?