Oportunidad aprovechada. Pinchó el Madrid en Almería y el Barça salió a jugar, sin ansiedades, sin ponerse nervioso, para no desperdiciar la ocasión. Cuatro puntos de diferencia con respecto al Madrid, más, se supone, el presumible goal average, es el resultado de esta jornada.
El Málaga de Pellegrini, entrenador que comparte con Guardiola enemigos mediáticos, era la única preocupación de Pep, que de momento quiere aparcar cualquier noticia sobre su renovación. Exactamente igual que la temporada pasada, el entrenador culé pretende estar completamente seguro de que el grado de implicación de la plantilla es total.
Para evitar relajaciones, el mensaje en la alineación era evidente: lo que se ha dado en llamar el once de gala. Sin embargo, los efectos de la acumulación de partidos se pudieron notar en la lesión de Alves, que es de consecuencias leves.
Nuevamente Messi dejó su protagonismo para otros compañeros y se dedicó más al trabajo interno (asistencias, presión) que a golear. Iniesta hizo un tanto soberbio, confirmando que ha mejorado en esta suerte, Villa volvió a su normalidad, como es hacer dos golitos, y Pedro, siempre Pedro, persiste en a marcar porque tal y como juega tiene que acabar marcando.
El Barça jugó de nuevo con circulación, bien posicionados, moviendo el acordeón a la música que en cada momento procede, con unos automatismos que requieren de mucho trabajo, colocación e intensidad, sin humillar al rival, pues ya es norma que sus adversarios encajen una goleada.
Y es que son una barbaridad los números de este Barça. Ayer batió el récord, ni más ni menos que de la era Michels, de partidos imbatidos. Ya son 28. Alcanza una diferencia entre goles marcados y encajados de 50. Y al paso que va puede superar el récord de goles marcados, que lo tiene el Real Madrid de Toshack, que está en 107: le quedan 46.
El partido dejó otras consecuencias positivas. La plantilla se consolida con la aparición prometedora de Afellay. El nuevo fichaje parece una esponja en la asimilación de los conceptos. Salió al terreno de juego y dio la impresión de que llevara toda la vida en La Masía, de lo bien que se movió y cómo entendió el estilo de juego. Con él salió al campo Bojan, del que Pep se ha erigido en protector hasta sus últimas consecuencias. Junto a estos detalles, la buena noticia de la continuidad de Gabi Milito, futbolista que es, según dicen todos sus compañeros, muy importante en el vestuario.
Algunas cosas dejó el partido que son manifiestamente mejorables, como la colocación de la barrera en el gol de Duda, que ejecutó con mucha destreza el lanzamiento de falta.
(La fotografía está extraída de www.vanguardia.es)
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